evidente en el desparramo azaroso de objetos a su alrededor
y el gesto extraviado en franco composé.
Los ojos fijos en el techo
el techo repleto de hendijas
tan enigmáticas como absorbentes agujeros negros,
y el turbio deseo de soltarlo todo y perderlo,
por odio primero, pero también por amor
impresiones únicas atesoradas como reliquias,
recuerdos catalogados por estación,
todavía un arsenal de palabras suntuosas
con que enjabonar su cuerpo,
la vecindad del último roce,
la evocación cincelada del primer beso.
tampoco el frío se apiada de él,
embalsamado allí en pleno infortunio
y elije trepar por su tobillo
entre el dobladillo alto y las zapatillas desatadas.
le hacen falta medias
y su mujer
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