el empujón de humo
la sustracción inadvertida
la certeza opera como el carterista
muerde los pies como un temblor
congelando el verbo en que se la ve ir
y en ese instante helado en que sopesa
cuanto se ha llevado consigo
cuanto se ha llevado consigo
la vida adquiere un matiz bélico
como un himno bárbaro
o un cadalso a medio alzar
o se cubre de piedras como el fondo de un curanto
y se vuelve tierra ardiente
triste vida anudada a la tierra
ardiendo bajo su propio fuego
la certeza se despliega sobre
hombros distraídos
se instala en uno como un circo
y si monta un juego desgraciado es para que soltemos el timón
que a la sazón
ha de estar roto
entonces la vida
odio y pelea
resignación y cuenta muerta
flota como la memoria o hace como si no entendiera
o se acomoda como una flor dentro de un libro
para no perder la estructura
para mantenerse seca
La vida siempre es un tira y afloja, una cara y su cruz, un negro y un no tan negro, una acera llena de agujeros...en fin, hay que aprender a saltar obstáculos.Un abrazo
ResponderEliminarPosiblemente la claridad esté en la espalda
ResponderEliminary gire conmigo
cuando me doy vuelta con rapidez por sorprenderla.
Posiblemente esta apariencia de juego
constituya la más grave condición fisiológica
y la claridad sea una parte mía,
la de atrás.
Posiblemente no haya habido error sino pureza:
la claridad, sin manos;
los ojos porque sí, junto a otros ojos.
Posiblemente todo tienda a abrir algo,
a ponernos las manos o los ojos
en la única claridad tangible,
en la espalda del otro,
enseñándonos a darnos vuelta en el otro.
Posiblemente la claridad sea un órgano
para multiplicar lo oscuro a través nuestro,
lo oscuro debilitado
por quién sabe qué asunto sin nosotros.
mi llevó a esto de Roberto Juarroz, un tipo que me resulta esencial
Un Juarroz que descubrí en tu blog, allá por Diciembre. Gracias.
ResponderEliminarDefinitivamente, uno de mis preferidos.
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