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26 de abril de 2014

Agujeros negros #5

la vida avanza como un glaciar
con esa fuerza escalofriante
con que el hielo acomoda el peso de sus siglos
y es curioso verla tronar
crujir su  secreto a la distancia
como aquel día que bombardearon Siria
y nosotros
en el televisor de mi casa
veíamos en mudo esa sucesión de relámpagos de fuego  

y después el hombre
el hombre que se acerca al imponente frente de la vida
con demasiado respeto
o con la inoperancia de un turista
o el temor de un huemul
el hombre que no alcanza a filmar los más fabulosos
desprendimientos
pero no puede dejar de mirar el glaciar
el mismo que ha viajado seis mil veces en tren
y se ha sometido a docenas de anestesias
para coronarlo todo con un mezquino deseo de estabilidad

mientras tanto el hombre
a veces marchando
el pecho lleno de medallas
en la más disciplinada de las soledades
brutal como un verdugo
y estúpido como él solo
lo suficientemente cínico como para crear la
comunidad movistar
y sin embargo tan dueño
de sus miserias
de sus plegarias
tan inclinado al gozo del palito bombón helado

quizás sea que ignoro todavía
los más elementales secretos
pero he estado pensando en esas masas de hielo
y he estado pensando en los alcances de la libertad
y en la vida y en el hombre
y pienso si acaso hay algo más solemne que explotar en el corazón de la noche
como una pústula en el techo de la oscuridad
explotar de amor y de asco
y de olvido
explotar de olvido a millones de metros de distancia
allí donde vamos a parar los que 
caminamos por el lomo helado de la vida
ridículamente solos y orgullosos
como parte de una tira no televisada en la que
también luchamos por sobrevivir
pero sin todo ese esfuerzo de producción de expedición Robinson
sin los momentos dramáticos
ni los puntos acumulados

después de seis mil viajes en tren
y docenas de anestesias
parado frente a un glaciar
pienso en si votar
vot A o vot B
si salvar al hombre
o salvar a la vida
o dejar que ambos se desmoronen juntos
que ambos vayan a pelear a la esquina
como hacíamos de chicos
rogando que en el trayecto alguien nos disuada
porque ahora se
ahora por fin lo entiendo
que no importa
que en realidad no importa absolutamente nada

después de seis mil anestesias
y una sucinta docena de pesares
parado frente a un inmenso glaciar
en la oscuridad del mundo
he decidido preguntarle al mago
como es que hace todos sus trucos
rogando
con las últimos pulsos de fe
que me diga
mira mamerto
no voy a revelártelos

nunca