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31 de octubre de 2011

Mueca avalatoria



Si tu recelo de agua aletargada no se hubiera inquietado
cuando caí sobre su calma como una piedra,
habría dicho menos o aún callado  

pero la piedra voló con peso de desparpajo
y por si acaso quisieras tomarla entre tus dedos,
se recostó en lo más hondo

palabra a la deriva

naufragio nuestro

Intenté desenmascararte:
todas tus sonrisas son dulces
pero ésta última fue como si soplara la infancia

entonces miraste el picaporte
-¿de donde extraje esa mueca avalatoria?-
y fue
rescate nuestro
como si le tendieras tu mano.  


Distante relumbrar + Bélgica

Mi interés por Bélgica no se debe a la obra de Georges Rémi (Hergé), creador de las historietas de Tintín, ni a los escritores Georges Simenon y Hugo Claus. Tampoco al cantautor Jacques Brel o al ciclista Eddy Merckx. Ni siquiera a la genialidad de los pintores James Ensor, Paul Delvaux y René Magritte.    
Mi interés por Bélgica, ni me jacto ni me lo reprocho, nace en las escasas pero refulgentes aproximaciones al gol del mítico Thomas Buffel.


El año pasado, impulsado por este interés y gracias a un publicación de la revista ilustrada de poesía El jabalí, conseguí leer a algunos poetas belgas contemporáneos.


de Véronique Wautier (Bruselas 1954)

Douce densité du bleu 

Cuando el amanecer es redondo
como el pan
acercas tu boca
de la boca de los demás

Y lo que murmuras
o besas
ríe bajo la lengua
cuyo secreto aguardas
en aquel amanecer


On déposerait l’âme/ Qui a beaucoup marché/ Sur le dos d’un héron/ L’été 
s’avancerait/ Comme un pas dans la brume/ Une barque d’abeilles/ C’est 
Quand le matin est rond/ Comme le pain/ Tu approches ta bouche/ De la 
bouche des autres/ Et ce que tu chuchotes/ Ou embrasses/ Rit sous la 
langue / Dont ce matin-là/ Tu as le secret/ (Douce densité du bleu) 

Tout est jardin

Abro la puerta
en una lluvia de verano
un poco de cielo descansa
sobre la queja del agua
Una felicidad vulnerable
me roza el hombro
Esta noche la vida es un hogar.


J’ouvre la porte/ Sur une pluie d’été/ Un peu de ciel repose/ Sur la plainte de 
l’eau/ Un bonheur vulnérable/ M’effleure l’épaule/ Ce soir la vie est une mai- 
son/ (Tout est jardin) 

de André Schmitz (Ardenas 1929)

Tres cuchillos

He aquí tres cuchillos vírgenes:
uno para la novedad de la mirada
otro para la frescura de la lengua
un tercero para el despertar de la garganta.


Háganlo rápido y fuerte
(pide la acusada).
Que las tres hojas se encuentren
en donde ustedes no puedan alcanzarme.

Y, les ruego,
no permitan que sus gestos se estremezcan
con un inútil temblor.


Voici trois couteaux vierges:/ un pour la nouveauté des yeux/ un pour la fraî-
cheur de la langue/ un troisième pour l’éveil de la gorge./ Faites vite et fort/
(demande l’Accusée)./ Que les trois lames se rencontrent/ là où vous ne
pouvez me rejoindre./ Et, je vous prie,/ ne laissez pas vos gestes trembler/
d’un inutile frisson.



Poesia Belga Contemporanea.pdf


There Will Be Blood


Una de las mejores películas del año 2007, según los misteriosos miembros de la Academia.  

Daniel Day Lewis / Paul Dano (Little Miss Sunshine). Un minero pobre devenido en magnate del petróleo y un joven predicador de una Iglesia de Little Boston. Una rivalidad/complicidad sutilísima entre dos sujetos que se sospechan mutuamente farsantes.

Varias escenas superiores, una fotografía impactante y lo destacado: La música original a cargo de Jonny Greenwood, guitarrista de Radiohead. 

De Paul Thomas Anderson, una película extraordinaria.



Trailer: http://www.youtube.com/watch?v=f3THVbr4hlY


29 de octubre de 2011

Otro río que pasa #5 + Martín Prieto

La Revelación

El relámpago de la juventud se apagó
justo cuando te escribía una carta
que no te mandé. La carta era imperial:
hablaba de un tanque australiano
donde nos habíamos bañado un verano
y de las flores blancas y amarillas
de unos nenúfares que se enredaban en tu pelo
y volaban como si fueran marionetas de mariposas
cada vez que vos movías la cabeza
para sacártelas de encima
-y no se iba. ¿Por qué te escribí?
¿Por qué terminó la tormenta
que parecía que iba a durar para siempre?
¿Por qué una cosa sucedió mientras sucedía la otra?
Envejecí escribiéndote una carta
cuyo objeto era retratarte como fuiste una vez
y por cada célula tuya que lograba inmortalizar
se moría una mía, una mía se moría, se moría.

de Los temas de peso - Martín Prieto


28 de octubre de 2011

Distante relumbrar + Poetas del Exilio (España)

El título no es mío. Así es como lo catalogan a Tomás Segovia (junto a otros varios poetas), en una antología de poesía española del siglo XX que compré hace tres años, leí hace tres años, marqué con un separador hace tres años y volví a abrir recién ayer.

Impromptu para voz sola

Te acuerdas di te acuerdas
no tener nada sobre todo pasado
ser un niño invisible desterrado ignorado
que a nadie podía decir una verdad
porque nadie ha aprendido a hablar más que los niños
y luego ellos también olvidan
de qué estoy hecho
de incomunicable ausencia
de sed de no sé qué
o sí sé qué pero nadie más puede saberlo
el mar el cielo árboles
una mujer desnuda que no se vista nunca
que dé a luz desnuda y amamante desnudad a sus hijos desnudos
y ría siempre sin cesar ría
ría llorando estando triste dormida o muerta
y no deje un instante a la sombra que acecha
y espera que durmamos que pensemos en otra cosa
que dejemos de amar que aspiremos a algo
pero quiero volver otra vez a la orilla
estar junto a aquel mar ya no vivir en sueños
arder arder consumir el pasado el presente el futuro
ah tiene que haber algo
que nos consuma nos coma se alimente de nuestra sangre
como un sol de los aztecas
algo que no sea la materia a la que damos la mentira de nuestra vida
más mentira que yo que soy mentira
pero pude haber sido verdad
pude ser yo y no otro el que sabe y posee
yo que tengo en mi piel la huella de esos días
dios mío cómo era hace un momento lo sentí
querer que exista el mundo y llorar porque existe
y es tan grande e inhábil y no lo he conocido
era saberlo todo y no conocer nada
estar en mí de veras sin salirme de nada
tener todo tesoro todo tesoro todo
ven pues al mar conmigo vivamos sin medida
no tengamos mañana no pensemos en nada
salvémonos salvémonos
un día no seremos más que una mujer y un hombre


de Historias y poemas, 1968 - Tomás Segovia

27 de octubre de 2011

Otro río que pasa #4 + Juan Gelman (1960/1970)

No sé por qué (o tal vez sea porque éste no es un veintisiete de octubre cualquiera) antes de salir a la calle, agarré un librito de Juan Gelman.


Arte Poética (1)

Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío,

como un amo implacable
me obliga a trabajar de día, de noche,
con dolor, con amor,
bajo la lluvia, en la catástrofe,
cuando se abren los brazos de la ternura o del
             alma,
cuando la enfermedad hunde las manos.
A este oficio me obligan los dolores ajenos,
las lágrimas, los pañuelos saludadores,
las promesas en medio del otoño o del fuego,
los besos del encuentro, los besos del adiós,
todo me obliga a trabajar con las palabras, con
            la sangre.

Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos
rostros oscuros los escriben como tirar contra la
            muerte.

de Velorio del solo (1961)

Arte Poética (2)

como un martillo la realidad/ bate
las telitas del alma o corazón/ forja en
caliente o frío/ no presume/ resaca
ilusiones podridas/ piensa

como un pájaro rondo/ delira
en su revés/ ruge
cual la trigra de Pascual/ pisa
las telitas del alma o corazón/ crepitaba

mañana en tu calor/ sonará
como un tiro en la frente del compañero
            muerto ayer
y en lo que todavía habrá que morir y nacer/
como un martillo.

de Hechos (Buenos Aires-Roma 1974-1978)


Toda anti-epopeya narra una guerra perdida o un viaje trunco


Ocurrió un día en que el mundo se estancó y estuvo a punto de derretirse, cierto mes muerto de un verano canicular.
Día de semejante calor, se sabe, trae de suyo la férrea determinación popular por colmar todos y cada uno de los ademanes cotidianos de menciones ampulosas de tipo claudicante. Expresiones tales como «con ésta calor no se puede».  
Grato, sí, es observar al gentío recalar esporádicamente en un puerto de tácita comunión, cuando, hermanadas por la existencia de un enemigo en común, las miradas se hallan cómplices y se tolera, aún en las más salientes esferas del ministerio o del comando mayor, cuellos de camisa que no se abotonen hasta el último.

El apremio categórico que suponía el haber salido tarde rumbo a los brazos de su convocante le obligó a correr a un ferrocarril San Martín que le hubiera dejado atrás sin contemplaciones morales, de no haber sido por las demoras que acarrea la sobrecarga.
Así pues, sintiendo aquella fuerza de prócer metálico dilatarse bajo sus pies, acodado en un extremo de un vagón tan repleto de pasajeros como de biromes el mundo, sintiose meritorio de un breve descanso, siendo como estaba, ya de pie ubicado en la cinta transportadora que sortearía la distancia final de su periplo.    
La gente subía y bajaba del tren con sometido automatismo. Pensó entonces, los párpados pesados, el bostezo como lenguaje, en el ensayo de una película de cine mudo. Tal vez en un Western. Sí, un Western se adecuaría mejor.
Quien no ha experimentado el vértigo con que un fuego abrazador recorre la humanidad del durmiente apenas el cuerpo entra en reposo –tan difícil de prevenir como un incendio forestal causado por la impericia- no se ha detenido jamás a obtener una panorámica en el mirador de la muerte.
Invadido de tal modo por el calor sofocante, transpirando como un deudor, apenas dueño de sus posibilidades físicas y haciendo gala de movimientos tan sutiles como los de un carterista, alcanzó a asomar la cabeza por la ventana, ya para atrapar en vuelo un soplo de aire fresco, ya para salivar, sin reprochárselo, el suelo infame que hacía de escenario de su fracaso. ¿Por qué habría de moverse todo tan lento?

De pronto, y ante la certeza de estar experimentando la inmisericordia del síndrome Caseros, largó un suspiro derrotado, égloga de su semblante, bagatela con que coronaba su fastidio.
Pero no por abundante el aire puede ser utilizado a tontas y a locas. Semejante suspiró tornose el puntapié inicial de un desmoronamiento, donde no sólo flaquearon las potencias físicas, sino también la psiquis toda. Su conciencia, abarrotada y entumecida, se vio en la obligación de estirar sus largas piernas: empacó sus cosas y le abandonó.
Su cuerpo, por fidelidad tal vez, acabó desinflándose como un neumático atravesado por miguelitos.

Lo último que sintió antes del desmayo fue un ardor puntual en la frente, un punzón nuevo empapelando su cabeza de amorfos extractos de un verdoso papel glacé. Al borde de su primer big-paper, imaginó por enésima vez a Dios pero en ésta oportunidad, esbozó en el limbo de su pensamiento la figura de un Dios entre aburrido y sádico, al que alcanzó a ver, jugando morbosamente a quemarle la cabeza con una lupa gigantesca. 



26 de octubre de 2011

Bolaño, Roberto - Toma #2

Los perros Románticos 

En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el vacío de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo creer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
y aquí me voy a quedar.

Bolaño,  Los perros románticos - Editorial: Acantilado.


Distante relumbrar + (EE.UU) Lawrence Ferlinghetti

Llegué a saber de la generación de poetas y escritores del Movimiento Beat gracias a que cierta vez me regalaron The Road, de Jack Kerouac.
El libro me pareció fascinante.

Con los poemas de éstos muchachos me pasó algo distinto. No lograba entender por qué escribían del modo que escribían. Tal vez simplemente no me gustaban.
Pero así sucede con éstas cosas: Ayer abrí éste libro de Ferlinghetti (también de la generación Beat/otra recomendación de mi hermano) y lo  releí lentamente hasta quedar atónito.  


#45.-

Ah vos recolector
             de la ceniza de la poesía
                 ceniza de la excesiva flama blanca
                                                     de la poesía

Considera a aquellos que se han quemado antes que vos
                                                      en el tan blanco fuego

Crisol de Keats y Campana
                      Bruno y Safo
               Rimbaud y Poe y Corso
y de Shelley ardiendo en las llamas
                                    sobre la playa
                                                en Viareggio.

Y ahora en la luz
         en la conflagración general
         la blanca luz
                        todavía nos consume
                        a nosotros
                             pequeños payasos
                             que sostenemos delgadísimos cirios
                                        al calor de su flama.

de Los Blues de la procreación y otros poemas


Oh you gatherer/of the fine ash of poetry/ash of the too-white 
flame/of poetry/Consider those who have burned before you/in
the so-white firel/Crucible of Keats and Campana/Bruno and 
Sappho/Rimbaud and Poe and Corso/And Shelley burning on
the beach/at Viareggio//And now in the night/in the general
conflagration/the white light/stilll consuming us/small
clowns/with our little tapers/held to the flame. 


25 de octubre de 2011

Ventana «Libertador» (o Una terraza rosarina)




El borde tibio del día
roza un último hombro difícilmente antes,
luego el más nítido de los horrores
se desplomará sobre el resto.

Dos sonidos frondosos de luz se licuan
y si todo lo fugaz se repite será por clemencia
o acaso –cierta vez- para justificar la muerte

y es que hace bien intervenir más no sea
armado de supuestos
agregando un gesto impropio al carnaval de sombras

distinto sería tener garantizada la condición de oportunos,
así las cosas ¿que chances hay de avanzar
a la par del tiempo?

una nueva digresión
oculta bajo la evidencia de estar comprendiendo

durará lo que un entierro. 



Pink Martini + Joy to the World, 1969 y una retrospectiva

La pequeña banda/orquesta de Portland, Oregon, liderada por el liliputiense Thomas Lauderdale, editó el año pasado un nuevo disco.
A «Joy to the World» (así le pusieron), le siguen dos discos sacados, supongo yo, del archivo: «1969» y «A Retrospective».

- Un poco más de estos trece genios que lo mismo hacen jazz como música clásica, pop, música latina, lounge, baladas italianas o chansons francesas. 

Joy to the World se puede escuchar en su página www.pinkmartini.com. Sus discos viejos (recomiendo Splendor in the grass, Hang on little tomato y Symphatique), están colgados de la red, a modo de exquisitos ribetes.

Más abajo, una selección variopinta de sus canciones.




1 - Ou Est Ma Tête? - Splendor In the Grass


2 - A Snowglobe Christmas - Joy to the World


3 - And Then You're Gone - Splendor In the Grass


4 - Hang on little tomato - Hang on little tomato



24 de octubre de 2011

Distante relumbrar + Islam (Poesía Arábigo-andaluza)

Hace varios años, una profesora de la facultad recitó en clase algunos versos de un poeta árabe-andaluz.
Aparentemente, un sujeto que fue Qadi de Córdoba y Sevilla en tiempo de los Almohades: 1146-1269.

Yo alcancé a retener solo una línea, pero recuerdo que el poema me gustó mucho, así que le pedí que me lo escribiera. Después lo archivé.

Hoy lo encontré en una hoja suelta dentro de una caja naranja, mientras ordenaba, entre libros mal fotocopiados y algunos apuntes subrayados que no recuerdo haber estudiado nunca.

Catalogado con justicia como «a golden oldie», el único poema que conozco de Umar Ben Umar.


La amada
Traducción: Emilio García Gómez.

Cuantos miran sus ojos, quedan prendados; que el vino bebe la razón del que lo bebe.
Todos temen su mirada, menos ella, pues ¿acaso hace temblar la espada el corazón
del que la empuña?
Alzóse hacia ella mi vista, mientras lloraba, y vio desatarse las nubes bajo
el sol de su frente.
Recordando su talle, gimo de amor, como las palomas que lloran sobre las ramas.
Su separación ha dejando en mi pecho una negra tristeza, como las tinieblas
vienen cuando se pone el sol.





21 de octubre de 2011

Otro río que pasa #3 - (Año 2001) Thank you, Viggo Mortensen

Perceval Press, editorial que, me enteré luego, fue creada por el actor, poeta, músico y fotógrafo Viggo Mortensen, publicó en el año 2009 una Antología de la Nueva Poesía Argentina.
Yo la compré, de casualidad. 
Imagino entonces que fue gracias a Guido (?) (y a Gustavo López, su seleccionador) que leí por primera vez poemas de Arteca, Cucurto, Desiderio, Prieto, Casas y Wittner. 

Publico ahora uno de Laura Wittner, mi preferida. 

Rapture

Después 
el oxígeno se agota,
un segundo antes alcanzamos 
a acercar ceniceros, vasos,
el teléfono.
Cuando todo lo que podría
llegar a ser necesario y a estar lejos
rodea la cama
ya no hay qué hacer ni qué decir. 
Literales, charlamos de esto y de lo otro
y cada uno vigila una salida
por donde la dicha pudo haber huido.
Si lloviera dentro de esta habitación
el agua no haría más que lavar
unas piedras tibias. 


de Las ultimas mudanzas - Vox, 2011


Distante relumbrar + Los Perros Románticos

A mi hermano le debo el haber leído a Bolaño. A Bolaño le debo el haber disfrutado de la fantástica novela: Los detectives Salvajes. Al interés/asombro que me despertara Los detectives Salvajes le debo la adquisición de Los perros románticos, libro de poemas escritos por Bolaño entre el año 1980 y el 1998.


Resurrección


La poesía entra en el sueño
como un buzo en un lago.
La poesía, más valiente que nadie,
entra y cae
a plomo
en un lago infinito como Loch Ness
o turbio e infausto como el lago Balatón.
Contempladla desde el fondo:
un buzo
inocente
envuelto en las plumas
de la voluntad.
La poesía entra en el sueño
como un buzo muerto
en el ojo de Dios.




20 de octubre de 2011

Otro río que pasa #2 (Década de 1930)


Raúl González Tuñón
Escrito sobre una mesa de Montparnasse

Una tarde por el ancho rumor de Montparnasse
por ese aire de provincia tan confianzudo y claro
-cada ventana paga su pedazo de sol con una canción,
anduve bebiendo el buen vino rojo y alegre como una canción
rojo y alegre como la revolución.

Y entonces, pensé: ¿que haré ahora de mi vida?
Tengo dos amigos, un saxofonista y un vendedor de globos.

Ellos me han dicho: viene el invierno y eso es terrible.
Los gatos se calientan al sol pero un hombre necesita
de la buena lumbre, de la buena carne y de la mujer
siquiera dos veces a la semana.

Algunas mujeres me han detenido en Montmartre
pero me piden cigarrillos y cien francos
y yo sólo puedo darles ágiles besos casi inéditos
y hablarles de mi país sin que ellas me comprendan
y decirles que Blanca Luz está en Méjico
sin que ellas me pregunten quién es Blanca Luz.

Una noche bajo la vieja luna de París degollada en los techos
-la luna que alumbra a los enamorados y a los cobardes-
yo vi cómo en un alto balcón
se amaban un muchacho y una muchacha.

Vengo de Buenos Aires, digo a mis amigos desconocidos,
de Buenos Aires que es tres veces más grande que París
y tres veces más pequeña.
Y aunque mi sombrero y mi corbata y mi espíritu canalla
sean productos perfectamente europeos
soy triste y cordial como un legítimo argentino.
Diría: soy un pobre muchacho abandonado aquí
como una valija rotulada en todas las aduanas del mundo
y quisiera irme al Turkestán poruqe Turkestán es una bonita palabra
y mi amigo Michel Berboff nació en Turkestán.

Pero si yo pudiera llevar a la práctica algo que hace días reflexiono:
¡Ponerme a gritas sobre la Torre Eiffel con afilados gritos
para que venga una mujer y me ame!

¿Conocen ustedes el Neuquén?
Allí hay cabañas de troncos de árboles
y pulperías en donde venden conejillos y libros de Maurice Dekobra.

¿Y Tucumán? En Tucumán solo puede buscarse
la noche en los ojos de sus
mujeres y las guitarras de sonoras y floridas parecen patios.

¿Y Mendoza? En Mendoza los niños saben cantar
porque han nacido al borde de las acequias.

¿Y La Rioja? Yo anduve por ahí adolescente y barbudo como un gitano
y gané una elección con cincuenta pesos y una vaca,
absorto, como Buster Keaton.

¿Y Santa Fe? En Santa Fe viví treinta días en un convento
con ocho frailes franciscanos que iban doblándose hacia el suelo.
Los duendes venían hasta mi cuarto trayéndome briznas de sol
y por la noche se ocultaban en las hornacinas
para hacerles señas a los perros sin dueño y a los viajeros extraviados.

Nosotros tenemos además estaciones abandonadas, pozos de petróleo y escuelas rurales,
como en los cuentos de Bret Harte.

Pero lo que no tenemos es la alegría verdaderamente constante, la risa verdaderamente pura,
el corazón verdaderamente libre.

Y no se hable de mi corazón.
Yo quisiera
anunciar la función de los circos
dando puñetazos a las estrellas rojas.

Yo quisiera escupir los vidrios de un expreso de lujo
para que rabien los millonarios

Yo quisiera interrumpir todas las comunicaciones telefónicas
para ver si encuentro una palabra, una sola palabra para mí
y abrir toda la correspondencia del mundo por ver si alguien
una sola persona tiene un recuerdo, un solo recuerdo para mí.

Yo quisiera explotar una bomba, derrocar un gobierno,
hacer una revolución con mis manos amigas del cristal,
de la luz, de la caricia
-destruir todas las tiendas de los burgueses
y todas las academias del mundo-
y hacerme un cinturón bravío de rutas
inverosímiles como Alain Gerbault
para que venga Blanca Luz y me ame.


de La calle del agujero en la media - 1930

Distante relumbrar + España

Miguel Hernández 

Antes del Odio

Beso soy, sombra con sombra.
Beso, dolor con dolor,
por haberme enamorado,
corazón sin corazón,
de las cosas, del aliento
sin sombra de la creación.
Sed con agua en la distancia,
pero sed alrededor.

Corazón en una copa
donde me lo bebo yo
y no se lo bebe nadie,
nadie sabe su sabor.
Odio, vida: ¡cuánto odio
sólo por amor!

No es posible acariciarte
con las manos que me dio
el fuego de más deseo
el ansia de más ardor.

Varias alas, varios vuelos
abaten en ellas hoy
hierros que cercan las venas
y las muerden con rencor.
Por amor, vida, abatido,
pájaro sin remisión.
Sólo por amor odiado,
sólo por amor.

Amor, tu bóveda arriba
y yo abajo siempre, amor,
sin otra luz que estas ansias,
sin otra iluminación.
Mírame aquí encadenado,
escupido, sin calor
a los pies de la tiniebla
más súbita, más feroz,
comiendo pan y cuchillo
como buen trabajador
y a veces cuchillo sólo,
sólo por amor.

Todo lo que significa
golondrinas, ascensión,
claridad, anchura, aire
decidido espacio, sol,
horizonte aleteante,
sepultado en un rincón.
Espesura, mar, desierto,
sangre, monte rodador,
libertades de mi alma
clamorosas de pasión,
desfilando por mi cuerpo,
donde no se quedan, no,
pero donde se despliegan,
sólo por amor.

Porque dentro de la triste
guirnalda del eslabón
del sabor a carcelero
constante y a paredón,
y a precipicio en acecho,
alto, alegre, libre soy.
Alto, alegre, libre, libre,
sólo por amor.

No, no hay cárcel para el hombre.
No podrán atarme, no.
Este mundo de cadenas
me es pequeño y exterior.
¿Quien encierra una sonrisa?
¿Quien amuralla una voz?
A lo lejos tú más sola
que la muerte, la una y yo.
A lo lejos tú, sintiendo
en tus brazos mi prisión,
en tus brazos donde late
la libertad de los dos.

Libre soy, siénteme libre.
Sólo por amor.


de Cancionero y Romancero de Ausencias (1938-1941) - 1941

Otro río que pasa #1 (Década de 1920)

Jacobo Fijman

El Molino

Los molinos de imágenes; caminos sin punto de vista.
Ahora vivo detrás de mí mismo.

Ventanas sobre los astros.
¿Duermen los pastores?

Semblantes contraídos en cera derretida
sobre los muros.

Fogatas.
En pasos de alta voz riñe un humor de perros.
¡Aquí no hay un solo corazón alegre!

Leña húmeda de los crepúsculos eternos.
El dolor es un agua que no se pierde;
pero nosotros nos hemos perdido
como en un gran tonel
de contratiempos sordos, fijos, duros.

Rincones que se enfrían
como un cadáver, en la estancia.
Aurora
en que se escupe la rabia más absurda.

Se ha torcido el puente, como una mueca.

Alcohol, salario de estrellas.
Murmuradores a granel.

Silencio entorpecido;
ah, si ladrara un perro.

Se encaminan las quejas de los Nadie.
¿Duermen los pastores?
Señales;
imágenes y muros.

Ruidos de establo;

y se abren más ventanas, pero blancas

Inopinadamente...


de El molino Rojo - 1926





Das weiße Band

Abril del año pasado. El Doctor Caligari (ahora devenido en 1er Comandante del Movimiento Separatista Neuquino) comunica sus deseos de ir al cine sin demora, urgido como estaba por ver La Cinta Blanca.

Con disimiles expectativas, en una sala chica y de sonido chirriante, nos encontramos transitando el ambiente «opresivo y férreo de una pequeña población germana en los albores de la primer guerra mundial».

Experiencia cinematográfica cumbre, coincidiríamos al salir.

Filmando en blanco y negro y casi sin incluir música (un par de himnos protestantes cerca del final), éste tal Haneke produjo la mejor película europea del año 2010.


19 de octubre de 2011

# Poema invernal; o la dilación de los días

El abandono
evidente en el desparramo azaroso de objetos a su alrededor
y el gesto extraviado en franco composé.

Los ojos fijos en el techo
el techo repleto de hendijas
tan enigmáticas como absorbentes agujeros negros,
y el turbio deseo de soltarlo todo y perderlo,
por odio primero, pero también por amor

impresiones únicas atesoradas como reliquias,
recuerdos catalogados por estación,
todavía un arsenal de palabras suntuosas
con que enjabonar su cuerpo,
la vecindad del último roce,
la evocación cincelada del primer beso.


tampoco el frío se apiada de él,
embalsamado allí en pleno infortunio
y elije trepar por su tobillo
entre el dobladillo alto y las zapatillas desatadas.

le hacen falta medias

y su mujer

18 de octubre de 2011

Christmas eve



Un estrépito lacónico
acabó desenmascarándolo todo:
lo desolado, lo fuera de sitio, lo insólitamente propio,
así como un estornudo sobre el silencio de varios cuerpos reunidos
desnuda el espacio anónimo que los separa.  

Dóciles de puro miedo se entrelazan en un único temblor
vida y esmero:
anudado al tiempo late el corazón,
detrás del pálpito un mississippi, dos mississippi, tres mississippi,
bombea, sangra, devora el presente el músculo
sobre la vibrante maquina del día.
  
Y la noche cae como algodón o como guillotina
acaso dependiendo de qué voz la obligue a confesar
la razón de su negrura.    

Sigur rós + INNI

El nuevo disco/película de Sigur rós, en absoluto blanco y negro.

Quien me dió a conocer a éstos islandeses hace varios años ya, recomienda escuchar fuerte y con las luces bajas. Mi agradecimiento a SJMS, que desconoce su mérito.

El peso muerto



En cierto punto es necesario deshacerse del peso muerto
de esa basura invisible que se acumula en la espalda
y que nos hace curvarnos como devotos
ante la decepción más irreverente
cuando regresamos con los nuestros

No hay que olvidar que antes de semejante embarque
nuestras ansiedades parecían una sola pieza,
si hasta pasamos la espátula sobre la superficie del molde
en el que, cóncavos, nos tomábamos de la mano.

Ahora nos encuentra la vida tal cual la imaginaron otros:

rudimentaria como los buenos milagros
incierta como los cuentos improvisados
dura como las tapas de una vieja enciclopedia. 

Diario de Poesía Nro. 81 - Ganador: Gabriel Reches

Se eligen aquí los versos que más han gustado del Diario de Poesía Diciembre 2010 - Abril 2011.


Algunas cosas deben decirse, para evitar denuncias posteriores:


1- Soy el único miembro del jurado. 
2- El ganador desconoce su participación en el certamen.  


Es el fin del mundo, tía Berta
de Gabriel Reches**


*
Tia Berta, si todos a la vez
orientamos ventiladores hacia el norte y los encendemos
podríamos cambiar la órbita de la tierra


tía Berta si todos a la vez saltamos con ímpetu
podríamos acomodar las placas continentales
obtener con el golpe un clima más favorable a la
/humanidad


pero el mundo y nosotros estamos enfrentados
la cuestión se reduce a quién 
es eutanasia de quién


*
A la megalomanía siempre
se le atribuyó la ilusión 
del universo intermitente
que va a apagarse cuando nos apaguemos


pero he aquí los que vienen a extinguirse
antes del espejismo de la especie
mientras aún rueda el mundo o lo que deba rodar


la experiencia de amar sin freno
al espejo que se rompe, lamer una pared
la de sembrar en la fístula del hematoma propio
la de soltar amarras y por toda tradición
conservar un megáfono encendido 


apenas indicios de los primeros últimos
la rebelión de estallar
antes de que muevas el switch detonador


A vos y a mi qué nos queda, la vigilia
detrás del wok con vegetales que encargamos


estamos, claro, dispuestos a llorar
por el corazón de los más nuevos
que hace crash mientras el nuestro envejece.




**Poemas publicados en el número 81 del Diario de Poesía. Gabriel Reches (1968, Buenos Aires). Creativo audiovisual, periodista y escritor. 

Comprar, tirar, comprar

No hay cosa que me indigne más que la poca cantidad de tiburones que trae la bolsa de Yumi, o que el paquete de Yapas no incluya más la multicolor.

En el mismo terreno, es feo cuando un Mogul trae muchas verdes alineadas. 

En otro orden, me preocupan los cambios de celular no forzados y la sospechosa velocidad con que se acaba el color magenta de la impresora de mi trabajo.

Habiendo dicho ésto, y sin hilvanado alguno, traigo a cuento el documental «Comprar, tirar, comprar»: Una denuncia a la obsolescencia programada y a nuestro sistema general de consumo. Ése que nos dio a Seinfeld y a la Coca Cola, pero que nos hace, descaradamente, cada día un poco más gomas.   

15 de octubre de 2011

Última entrevista



Una explosión muda en el negro de la noche,
distante verso puro
sobre el quejumbroso horizonte

dije luz tibia pero estaba equivocado
-lo mismo afloraba el alba en un parto silencioso-

entonces advertí el terror
como una copa limpia que viaja hacia los labios 

y supe la muerte ridícula

como un animal con las mejillas empolvadas.